You Can't Stop the Beat

Esta semana, seguramente empujada por el aburrimiento de estar constipada, y puede que por la medicación, he decidido ver las dos primeras películas de High School Musical. ¿Por qué? os preguntaréis. Ni yo misma lo sé, pero seguramente fue simplemente porque me apetecía. Que ver pelis buenas siempre está muy bien, pero hay que ver bodrios de vez en cuando para mantener la objetividad y poder comparar.

Yo, como amante del género musical, estoy encantada de que se haya decidido resucitar. Las maneras ya... son discutibles. Como su propio nombre indica, es un musical de instituto. Y de Disney. Con lo cual va a ser ñoño, moralista y "casa Pepe" a más no poder. Pero vende.

Estas películas (como tantas otras) no son más que refritos de cosas que ya se han hecho, pero recicladas para jovencitos. Coged una idea como por ejemplo convencer a alguien de que bailar no es tan difícil como parece:



Y ponedle nenes monos, deporte americano y movimientos más modernos:




O intentos de demostrar hombría haciendo pas de bouree:



Pero poned sólo a un chico para que no haya malentendidos, y vestidlo de negro para que parezca más malote:




Por poner un par de ejemplos.


Eso sí, todo empapadito, of course, de la ética Disney. Que en dos películas en las que aparecen 2 o 3 parejas de 17 años, no se ve ni medio arrumaco, y cada vez que los protas (sólo) se van a besar aparecen los amigos o se encienden los aspersores. Hasta el final, que sí se besan como podemos apreciar si miramos con lupa el extreme long shot al cual cambia la cámara un segundo antes de que se rocen.

No vaya a ser que la juventud americana coja malas costumbres y se quieran en vez de dispararse. Les debió de salir el tiro por la culata cuando Zac Efron hizo Hairspray y se iba morreando por los platós de televisión con Nikki Blonsky mientras hacían promoción.
Pero para sanear ese error tenemos a los Jonas Brothers y su anillo de la pureza.


Aprecio el intento de revival, y está claro que funciona, porque sabemos que Disney va a base de caras bonitas y polifacéticas (actúan, cantan, bailan...), y saben muy bien que van a revolucionar millones de hormonas y como consecuencia a vender todo el merchandising que quieran, y más.
Pero quiero creer que con ese poco de azúcar, la píldora pasa mejor. Que parte de la juventud de hoy, tendrá las mismas fantasías que una servidora tuvo en su día. Que en cualquier momento podamos romper a bailar y cantar perfectamente sincronizados aunque no nos conozcamos de nada.


Aunque me conformo con que a través de estos musicales, lleguen a ver otros. Aunque sólo sea Hairspray. Y quién sabe... a lo mejor resulta que acaban pensando que el musical es un género tan válido como otro cualquiera.




PD: De regalo un video, disfrutad a John Travolta ;)

Comentarios

coleto ha dicho que…
Buena revisión del género. A mi los musicales me resultan dificiles de disfrutar si no me gusta su música, por muy bien hechos que estén.

Si tuviera que elegir de los clásicos me quedo con Grease y Jesucristo Superstar, y de los nuevos Mouline Rouge y Once.

A ver si veo Hairspray que tiene buena pinta.

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